Sinopsis

La lujuria de una adolescente de dieciséis, hace que sus malas intenciones la ingresen en un prestigioso y famosa Institución a las afueras de la ciudad. Llevada y exigida por su padrastro, Anna Delorté es llevada a Sol de Medianoche; una Institución de muchachas adolescentes en donde son vendidas por sus propios padres a un alto precio. Estas jóvenes, bajo la tutela de Madame Gerdans, deberán competir entre ellas para convertirse en la mejor, en donde el premio es la libertad de la Institución. La lujuria es la base de enseñanza de Madame Gerdans, y Anna, con valor de revelarse ante ella, buscara la forma de escapar de aquel infierno y salvar su cuerpo de los apostadores que desean carne fresca.

Personajes

Personajes de Atada por el pecado. Conocelos a todos.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Prólogo

Prologo.





- ¿Por qué tanto alboroto? -

Dejando los platos sucios y cerrando el grifo, Lorein se seco las manos en su empalagoso delantal y se acerco hacia la vidriera de la cocina, que accedía a grandes vistas al patio exterior, donde los matorrales y los fuertes árboles invadían el lugar. Con su mirada perdida, enfoco su vista por la ventana, en donde visualizo con dificultad un lujoso vehículo bañado en un tono oscuro.

- ¿No lo sabes Lorein?, viene otra chica... - le contesto el cocinero, que aún en sus manos poseía parte del tomate frito que andaba preparando - Y no una chica cualquiera -

- ¿Con dinero? - pregunto Lorein. El cocinero asintió - Vaya... - suspiro - Me da que será la carne fresca de Sol de Medianoche -

- Si es tan hermosa como Madame Capella la ha descrito... - éste suspiro con la mirada perdida - Creo que deberías ir a recibirla como las demás -

- No tengo otro remedio - Lorein se arranco el delantal de un tirón y lo tiro sobre los platos que andaba lavando, y directamente fue hacia la puerta - Será mejor que dejes el tomate y limpies los platos, si no quieres ver moscas revoloteando por aquí -

Era quizás, hoy, el día más agitado en el Reformatorio Sol de Medianoche. Se escuchaba el correteo de chicas en las plantas inferiores y superiores, como si de pequeñas ratas se tratase. El gran vestíbulo, donde Madame Capella y su hijo aguardaban a la recién llegada, las chicas esperaban ordenadamente detrás de ellos y con una sonrisa bastante forzada. Lorein, que paso casi desapercibida de la vista de Madame Capella, se puso junto al resto de las chicas, donde veía con claridad el bastón que Madame poseía en sus manos.

- Recordad vuestra compostura - anunció Madame - ¡Adam! - exclamo de repente -

Adam, el hermano de Lorein, irrumpió desde el almacén con varias cajas en sus manos. Al parecer desconocía la llegada de la nueva inquilina. Enseguida deposito las cajas, y con sudor en la frente corrió ante ella, bajo la amenaza del bastón.

- Como bien sabes, una nueva chica viene a nuestro pequeño Reformatorio... - Adam asintió, sin separar la mirada del suelo - Y sabrás que tiene maletas ¿no? -

- Lo he pillado. Tomar sus cosas y llevarla al dormitorio - dijo éste indignado - ¿Y las cajas se colocan solas, Madame Capella? -

- ¡Ts! - salto Christian, hijo de Madame - Para eso te mantenemos en nuestro hogar. Así que obedece sino quieres ser castigado -

Adam era uno de los muy pocos que contestaba a Madame Capella y la desafiaba, aunque para consecuencia tuviera que sufrir los castigos más inhumanos que una persona pueda recibir. Levantando nuevamente la vista y caminando hacia las puertas del vestíbulo, más ansiaba en salir corriendo y huir, pero no podía dejar a su pequeña hermana en garras de aquella arpía. Cuando abrió las puertas, para sorpresa de él, un hombre que sostenía tres grandes maletas entró, y las deposito a la vera de Adam. Nadie dijo nada, exceptuando cuando  ella entro forzada junto a su padrastro. 

- ¡Chico, las maletas! - exclamo Madame Capella - 

- Esto... si... - Adam las tomo, y echo un vistazo a la chica - Bienvenida a tu pesadilla - le susurro por lo bajo -

Como era de esperar, la nueva muchacha era una gran belleza, tanto que hasta el resto de las chicas mascullaban por lo bajo, incluyendo Christian con su madre. Era de un tono de piel claro, unos hermosos ojos miel y un cabello de tono oscuro, algo que resaltaba sus mejillas.

- Bienvenidos al Reformatorio de Sol de Medianoche - carraspeo Madame - ¿Esa debe de ser su hija, cierto? -

- Para nada - dijo éste, que sostenía con fuerza el brazo de la joven - Su madre engendro al mismo diablo - mascullo, refiriéndose a la chica -

- Un diablo bastante hermoso... - dijo Madame mientras la miraba de arriba abajo - 

- Pues toda tuya señora - Con un gesto de superioridad, empujo a la joven ante Madame, haciendo que cayese al suelo de rodillas - Espero que aquí cumpla su castigo -

- Y lo hará ¿cierto señorita Anna Delorté? -

Anna, que así era su nombre, alzo la vista y esbozo una pequeña sonrisa forzada. Madame le extendió la mano y la ayudo a incorporarse del suelo.

- El ingreso de vuestro dinero ya ha sido transferido - le dijo Madame al señor - 

- Espero no verla en mi vida - Y acto seguido chasco los dedos, haciendo que el chófer que trajo las maletas le abriera las puertas para marcharse de ahí -

- Tranquila pequeña - Madame la abrazo - Aquí estarás bien con nosotras... -

Y acto seguido, el vestíbulo fue invadido por carcajadas. Todas sabían el buen trato que reciben las nuevas, pero que poco a poco ese trato iba desapareciendo al cabo de los días, semanas, e incluso años. Anna se sintió incómoda, aquellas risas no las comprendía, aunque pronto descubriría la verdadera función de ese Reformatorio. No es educarlas correctamente, sino enseñarlas a ser seductoras, ser armas de la lujuria de los hombres, y más tarde ser vendidas...


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