Sinopsis
La lujuria de una adolescente de dieciséis, hace que sus malas intenciones la ingresen en un prestigioso y famosa Institución a las afueras de la ciudad. Llevada y exigida por su padrastro, Anna Delorté es llevada a Sol de Medianoche; una Institución de muchachas adolescentes en donde son vendidas por sus propios padres a un alto precio. Estas jóvenes, bajo la tutela de Madame Gerdans, deberán competir entre ellas para convertirse en la mejor, en donde el premio es la libertad de la Institución. La lujuria es la base de enseñanza de Madame Gerdans, y Anna, con valor de revelarse ante ella, buscara la forma de escapar de aquel infierno y salvar su cuerpo de los apostadores que desean carne fresca.
domingo, 4 de septiembre de 2011
Capítulo 1
Las chicas del pecado
Sosteniendo las pesadas maletas, Adam camino a paso firme hacia la planta superior junto a Anna, quien era el centro de las miradas en esos momentos. Su camino hacia su futuro dormitorio, que Adam la andaba guiando, Anna sentía como su mundo se derrumbaba poco a poco por los pasos que daba. Aún podía recordar los gritos de su hermana cuando marcho de casa junto a su padrastro, más bien arrastrándola hacia el coche. Le dolía el brazo, que tenía un tono rojizo por la fuerza que la amarraba su padrastro; pero ahora era libre aunque encerrada en aquel Reformatorio, donde las apariencias engañan a simple vista.
Adam soltó las maletas enfrente de una gran puerta y miro a Anna.
- Es tu habitación, espero que disfrutes de tu estancia en Sol de Medianoche -
- ¿Por qué una pesadilla? - salto Anna antes de que él abriese la puerta - Tus palabras de antes... -
- Te sentirás libre, pero aquí las cosas no son como parecen señorita - le contesto fríamente -
- Anna por favor, llámame Anna... - le dijo -
- Bonito nombre. Soy Adam, y si tienes cualquier problema me buscas... ¿vale? -
Anna asintió sin saber por qué motivos decía aquellas palabras. Adam abrió la puerta en un abrir y cerrar de ojos, y metió con una leve patada sus pertenencias. Con un guiño se despidió de Anna, dejándola frente su futuro dormitorio.
- Oh fantástico... - suspiro ella - Podría al menos tener cuidado -
- Es Adam chica, ya le conocerás... - exclamo una tercera voz desde el interior del dormitorio -
Entro al dormitorio y antes de nada paseo la mirada por la estancia. Un amplio dormitorio circular, con cuatro camas con sus respectivas cómodas y armario. Sobre una de las camas, la más alejada y cerca de la gran vidriera de cristal, una joven a medio vestir se incorporaba de la cama con una pequeña sonrisa. Su cabello, alborotado y con una pequeña trenza hecha con su larga melena de tono caoba.
- ¿Es tan así con todas las chicas o que? - pregunto Anna mientras arrastraba sus cosas -
- No con su hermana - carraspeo una voz a sus espaldas -
Lorein aparto a Anna del medio y se encamino hacia su cama, la más cercana a la puerta. Se echó y miro a Anna de reojo.
- ¿Tu eres su hermana? -
- Lorein; encantada - dijo ésta - Y ella es Eleanor, la chica con menos pelos en la lengua -
- ¡Oh!, gracias por la presentación Lorein. ¿Y tu debes de ser Anna Delorté, cierto? -
- Exacto... - asintió ésta - ¿Cual es mi cama...? -
- La del fondo - señalo Eleanor - Y bienvenida chica... ¿cuales son tus pecados para estar en esta cárcel? -
- ¿Cómo?... -
- Si estas en Sol de Medianoche es por ser una chica mala - rió Lorein por lo bajo - ¿O me equivoco Anna? -
- Más bien mi padrastro me ha traído aquí porque le da la real gana - explico ella - No por ser una chica mala... -
- Eso es nuevo - dijo Eleanor sorprendida - Yo estoy en este inmenso Reformatorio por el mero hecho de dañar a los hombres - Lorein soltó otra carcajada al escucharlo - Soy violenta en los deseos de los hombres, por eso mi padre me vendió a esta estúpida de Madame -
- ¿Cómo que vender...? -
Anna se dejo caer en la cama. Las palabras de Eleanor de que su padre la vendió a la Madame Capella se le puso los pelos de punta. ¿Por qué venderían a sus hijas a este Reformatorio?, ¿su padrastro hizo lo mismo, y por qué motivos, por unos sucios dolares?.
- Vaya, veo que no sabes nada - recalco con énfasis Lorein. Anna le dio la razón - Llevo aquí muchos años, y te aseguro que tú, dentro de unos días estarás fuera de aquí con esa belleza que tienes. Seguro que el mejor apostador comprara tu cuerpo -
- Apostador... - murmuro Anna por lo bajo - ¿Acaso...somos mercancía o qué? -
- Para los hombres ricos si - afirmo una cuarta voz desde la puerta - Madame Capella nos enseña y nos entrena, y el gran día debutamos ante varios hombres... ellos nos eligen y nos compran -
Aquella chica era más madura que las demás, quizás de un año más. Entro con elegancia en el dormitorio mientras que su fino vestido de seda se arrastraba por el suelo.Se le trasparentaba su lencería fina, y el tatuaje que tenía grabado en la espalda. Echo un vistazo a Anna y se sentó en su cama para retirar sus pesados tacones.
- Eres realmente hermosa, seguro que pagaran mucho por ti -
- ¡Oh Portia! - Lorein salto de la cama - Ha llegado hoy y no sabe nada de nada... -
- Vaya jovencita - Portia sonrió abiertamente, mostrando sus brillantes dientes - Pues bienvenida al infierno; el lugar de tus pecados -
* * * *
No era de esperar que un segundo coche llegase al Sol de Medianoche; quizás el más lujoso que halla pisado el Reformatorio. Con un simple toque de claxon, la mayoría de las muchachas sabían de quién era, y no dudaron de asomarse por las ventanas; ya que por norma de Madame Capella, todas deben de quedarse en el dormitorio con la visita de algún apostador, pero dicha norma la desconocía Anna, la cual andaba por los pasillos tras conocer a sus compañeras de habitación.
- ¿De nuevo es él? - mascullaba una de las mujeres que se encargaba de la limpieza -
- Si... últimamente nos visita a diario... - contesto otra, que andaba con la escoba para arriba y para abajo - ¿Qué querrá? -
Anna se quedo escuchando aquella corta conversación.
- ¿Y quién es? - pregunto Anna irrumpiendo en sus tareas -
- ¡Oh! - exclamo la mujer de la escoba - Es Crewell, el apostador más importante de nuestro Reformatorio -
- ¿Importante?... - Anna alzo las cejas de sorpresa -
- Compró a cuatro jóvenes la pasada semana... - cuchicheo la otra - Es un hombre con muchos recursos -
- Al parecer estoy en el infierno... - mascullo Anna retomando el paso -
Siguiendo caminando por aquellos pasillos para poder ver al llamado Crewell, en su mente le invadió imágenes horrendas de jóvenes como ella, seduciendo a los hombres para ser compradas; y después, usar su cuerpo como objeto sexual para sus placeres. Un escalofrío le recubrió todo el cuerpo, y recapacito enseguida de que ella podía ser la siguiente tarde o temprano.
Al llegar al final del pasillo, tomo las escaleras, en donde para desgracia de ella estaba aquel chico de antes. Adam, apoyado sobre la barandilla de las escaleras contemplando el vestíbulo.
- ¿También quieres ver al famoso Crewell? - le susurro ésta al oído, el cual se sobresalto de inmediato -
- ¿Que diantres haces aquí? - exclamo, tomando su cuerpo y empotrándola contra la pared, alejándola así de la barandilla para no ser vista - No puedes estar aquí niña... vete al cuarto -
- Suéltame - le dijo, y este cedió - ¿Por qué debería quedarme en mi cuarto, señorito Adam? - vacilo -
- El comprador nunca puede ver la mercancía antes de exponerla en el mercado - sonrió pícaramente -
Anna se echo para atrás y se llevo las manos al pecho.
- Es cierto lo que dicen.... - susurro para ella misma - Nos venden a hombres... -
- Por supuesto... -
- ¿Y cómo consientes esto, teniendo a tu hermana aquí? - le pregunto -
- Lorein es la excepción - le dijo - Es lista, aunque su apariencia engaña; es muy lista para que los hombres no se fijen en ella... - explico - Ademas pronto nos iremos de aquí -
- ¿Huir de aquí...? -
De repente las puertas del vestíbulo se abrieron de par en par con ayuda de dos grandes hombres, que entre ellos entro un joven muy apuesto, con buena vestimenta y unos ojos muy grandes y seductores. Esbozo una sonrisa y chasco los dedos para que sus acompañantes se fuesen. Al cabo de unos segundos, Madame Capella apareció sofocada.
- Bienvenido señorito Crewell, que gran sorpresa... -
- Gracias - dijo éste -
- ¿A que se debe esta inesperada visita?, ya sabes que las chicas actuaran el fin de semana, no antes -
- No vengo a ver a las chicas - dijo seriamente - Sino a él -
Con el meñique, señalo a lo alto de la escalera, en donde Adam estaba apoyado, y Anna oculta en su espalda. Madame Capella siguió el dedo y carraspeo al ver que buscaba a Adam; otra vez.
- ¿Adam? - ella rió - ¿Que le puede interesar de ese chico huérfano? -
- Quiero saber como esta él y su hermana ¿acaso no puedo?... -
Y con un gesto airoso, llamo a Adam y esté asintió.
- Adam... -
- Vete al dormitorio Anna.... - le pidió - Y no salgas, si te ve Madame Capella o su hijo estás en un lío... -
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Antes que nada os agradezco todos los comentarios anteriores y siento no comentar alguna de vuestras historias :S, la verdad que he leído dos por ahí y que si consigo entenderme con el Blog os comento :). Intentaré actualizar el día 5 o el 6 , pero pronto lo haré vale. Muchas gracias
miércoles, 31 de agosto de 2011
Prólogo
Prologo.
- ¿Por qué tanto alboroto? -
Dejando los platos sucios y cerrando el grifo, Lorein se seco las manos en su empalagoso delantal y se acerco hacia la vidriera de la cocina, que accedía a grandes vistas al patio exterior, donde los matorrales y los fuertes árboles invadían el lugar. Con su mirada perdida, enfoco su vista por la ventana, en donde visualizo con dificultad un lujoso vehículo bañado en un tono oscuro.
- ¿No lo sabes Lorein?, viene otra chica... - le contesto el cocinero, que aún en sus manos poseía parte del tomate frito que andaba preparando - Y no una chica cualquiera -
- ¿Con dinero? - pregunto Lorein. El cocinero asintió - Vaya... - suspiro - Me da que será la carne fresca de Sol de Medianoche -
- Si es tan hermosa como Madame Capella la ha descrito... - éste suspiro con la mirada perdida - Creo que deberías ir a recibirla como las demás -
- No tengo otro remedio - Lorein se arranco el delantal de un tirón y lo tiro sobre los platos que andaba lavando, y directamente fue hacia la puerta - Será mejor que dejes el tomate y limpies los platos, si no quieres ver moscas revoloteando por aquí -
Era quizás, hoy, el día más agitado en el Reformatorio Sol de Medianoche. Se escuchaba el correteo de chicas en las plantas inferiores y superiores, como si de pequeñas ratas se tratase. El gran vestíbulo, donde Madame Capella y su hijo aguardaban a la recién llegada, las chicas esperaban ordenadamente detrás de ellos y con una sonrisa bastante forzada. Lorein, que paso casi desapercibida de la vista de Madame Capella, se puso junto al resto de las chicas, donde veía con claridad el bastón que Madame poseía en sus manos.
- Recordad vuestra compostura - anunció Madame - ¡Adam! - exclamo de repente -
Adam, el hermano de Lorein, irrumpió desde el almacén con varias cajas en sus manos. Al parecer desconocía la llegada de la nueva inquilina. Enseguida deposito las cajas, y con sudor en la frente corrió ante ella, bajo la amenaza del bastón.
- Como bien sabes, una nueva chica viene a nuestro pequeño Reformatorio... - Adam asintió, sin separar la mirada del suelo - Y sabrás que tiene maletas ¿no? -
- Lo he pillado. Tomar sus cosas y llevarla al dormitorio - dijo éste indignado - ¿Y las cajas se colocan solas, Madame Capella? -
- ¡Ts! - salto Christian, hijo de Madame - Para eso te mantenemos en nuestro hogar. Así que obedece sino quieres ser castigado -
Adam era uno de los muy pocos que contestaba a Madame Capella y la desafiaba, aunque para consecuencia tuviera que sufrir los castigos más inhumanos que una persona pueda recibir. Levantando nuevamente la vista y caminando hacia las puertas del vestíbulo, más ansiaba en salir corriendo y huir, pero no podía dejar a su pequeña hermana en garras de aquella arpía. Cuando abrió las puertas, para sorpresa de él, un hombre que sostenía tres grandes maletas entró, y las deposito a la vera de Adam. Nadie dijo nada, exceptuando cuando ella entro forzada junto a su padrastro.
- ¡Chico, las maletas! - exclamo Madame Capella -
- Esto... si... - Adam las tomo, y echo un vistazo a la chica - Bienvenida a tu pesadilla - le susurro por lo bajo -
Como era de esperar, la nueva muchacha era una gran belleza, tanto que hasta el resto de las chicas mascullaban por lo bajo, incluyendo Christian con su madre. Era de un tono de piel claro, unos hermosos ojos miel y un cabello de tono oscuro, algo que resaltaba sus mejillas.
- Bienvenidos al Reformatorio de Sol de Medianoche - carraspeo Madame - ¿Esa debe de ser su hija, cierto? -
- Para nada - dijo éste, que sostenía con fuerza el brazo de la joven - Su madre engendro al mismo diablo - mascullo, refiriéndose a la chica -
- Un diablo bastante hermoso... - dijo Madame mientras la miraba de arriba abajo -
- Pues toda tuya señora - Con un gesto de superioridad, empujo a la joven ante Madame, haciendo que cayese al suelo de rodillas - Espero que aquí cumpla su castigo -
- Y lo hará ¿cierto señorita Anna Delorté? -
Anna, que así era su nombre, alzo la vista y esbozo una pequeña sonrisa forzada. Madame le extendió la mano y la ayudo a incorporarse del suelo.
- El ingreso de vuestro dinero ya ha sido transferido - le dijo Madame al señor -
- Espero no verla en mi vida - Y acto seguido chasco los dedos, haciendo que el chófer que trajo las maletas le abriera las puertas para marcharse de ahí -
- Tranquila pequeña - Madame la abrazo - Aquí estarás bien con nosotras... -
Y acto seguido, el vestíbulo fue invadido por carcajadas. Todas sabían el buen trato que reciben las nuevas, pero que poco a poco ese trato iba desapareciendo al cabo de los días, semanas, e incluso años. Anna se sintió incómoda, aquellas risas no las comprendía, aunque pronto descubriría la verdadera función de ese Reformatorio. No es educarlas correctamente, sino enseñarlas a ser seductoras, ser armas de la lujuria de los hombres, y más tarde ser vendidas...
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